Reseña de «El día que el océano te mire a los ojos».

Dulcinea (Paola Calasanz)
Número de páginas: 288
Precio: 17.90 €
Roca Editorial
Romántica. Joven adulto.

«Siempre busqué la felicidad en las emociones fuertes, pero he descubierto que no, que la felicidad está en las pequeñas cosas, en las más cotidianas, en rodearte de las personas adecuadas».

SINOPSIS OFICIAL

Aurora es artista, libre, impulsiva, tiene un precioso estudio de pintura repleto de velas frente al océano en un pueblo pequeño del sur de California. Adora las piedras naturales, andar descalza, los gatos y contemplar el cielo de noche. Todo da un vuelco cuando descubre que le quedan pocos meses de vida y por si fuera poco, la infidelidad de su chico, Mark. Todo parece llegar a su fin. Pero la llegada al pueblo del nuevo guarda fauna marino pondrá patas arriba el mundo de Aurora, su enfermedad, su relación con Mark, sus creencias sobre el amor, los valores de la vida y todas las cosas que siempre ha temido.

Una intensa y mágica historia de amor que te hará saborear cada instante, cada aliento.

Una historia sobre la esperanza, la pasión y las fuerzas implacables del universo, de las estrellas y del fondo del océano.

MI OPINIÓN

El mismo día en que Aurora descubre que se está muriendo de la misma enfermedad que le arrebató a su madre y que le quedan pocos meses de vida, descubre también que su novio de toda la vida, Mark, le pone los cuernos. Su primera reacción es hundirse: no le queda mucho por lo que vivir, piensa. Sin embargo, la noche pasa y llega el día, y con él la esperanza. Sí, sigue terminal, pero puede aprovechar ese tiempo y disfrutar lo más posible del tiempo que le queda. ¿Por qué no hacer todo lo que la haga feliz sin importar las consecuencias? Es entonces cuando conoce a Sam, una pequeña con la que creará casi de inmediato un vínculo especial y que lavará un poco su tristeza. Será ella quien le presentará a su padre, Narel, con el que Aurora se sentirá conectada nada más mirarle a los ojos, y con el que desarrollará una historia de amor que los arrastrará a los dos consigo.

En El día que el océano te mire a los ojos, Paola Calasanz, en primera persona, crea una historia simple y descriptiva, sin muchas pretensiones, de aceptación del propio destino y búsqueda de la felicidad en las cosas pequeñas, emulando el estilo de las frases motivadoras de Instagram y realizando, al mismo tiempo, un explícito intento de concienciación sobre el destrozo que realiza el ser humano hacia el medio ambiente.

En esta novela no hay muchos personajes que sean realmente relevantes, y algo muy sorprendente es que todos y cada uno de ellos son encantadores. Todos. Casi son demasiado perfectos: en el pueblo donde vive Aurora no hay nadie que sea algo repelente o difícil de tratar; todo el mundo se detiene a charlar, invita a galletas, es guapo y, sencillamente, adorable. Hasta los gatos. Esto no es malo, pero sí es cierto que le resta mucha profundidad y credibilidad a la historia ya que, por desgracia, ese tipo de personajes utópicos no existen en la vida real. Sin embargo, sigue la línea del libro: no pretende ser realista, sino solo sacar una sonrisa. Respecto a la importancia de la trama, esta recae en tres personas: Aurora, Narel y Sam.
Aurora es la protagonista, y como tal, la historia se centra a su alrededor. Es la que lleva la voz cantante de la novela, una chica alegre y vital, valiente y humilde. A pesar de la noticia de su enfermedad, no se deja derrumbar y, negándose a buscar un tratamiento que sabe que no existe, se dedica, simplemente, a vivir exprimiendo al máximo los días en busca de su propia felicidad. Su actitud, sobre todo al principio de la novela, es un poco absurda, incomprensible y bastante irreal —e incluso, egoísta, por mucho que se repita explícitamente en la novela que todos sus comportamientos son completamente desinteresados—: es un personaje tal vez demasiado perfecto teniendo en cuenta su situación personal, por lo que en algunas ocasiones puede llegar a costar empatizar con ella.
Mucho más perfilado que Aurora está Narel, el nuevo guarda faunas del pueblo e interés romántico de la protagonista, que ha llegado allí desde Australia para estudiar los comportamientos de las ballenas. Es una persona firme y sensible, con una personalidad bien llevada. Es gran activista medioambiental que ama el océano y las ballenas y cuyo deseo es ayudar y compartir su visión del mundo con sus amigos.
Sam es la hija de Narel, una niña de unos seis años muy activa, animosa y charlatana, gracias a la cual Narel y Aurora se conocen. A pesar de su corta edad, habla y se comporta como si fuera una persona de unos cuarenta años: tiene la lengua demasiado suelta, hace reflexiones demasiado maduras y, por lo general, demuestra un comportamiento que para nada coincide con su edad. Es un personaje adorable, sin duda alguna, creado para introducir momentos cómicos y reflexiones estilo «Abuela Sauce», pero precisamente por eso no es realista en absoluto, lo que puede hacer que sus acciones y personalidad chirríen durante varios momentos de la novela.
Se echa de menos un desarrollo en los otros personajes supuestamente importantes de la novela, como Mark —el novio infiel de Aurora, que sale poco y menos y cuyos actos apenas tienen relevancia en la trama— o los mejores amigos de la protagonista, Cloe y John —cuyo papel queda relegado a un par de anécdotas graciosas y ya—, ya que la historia queda un poco coja por su escasa caracterización o aparición, sobre todo teniendo en cuenta que, supuestamente, son las personas más importantes en la vida de Aurora.

La pluma de la autora es delicada y sentimental, especialmente emotiva en las descripciones. El vocabulario es muy sencillo, pero cumple su propósito, la evocación, y eso hace que, aunque en las primeras páginas la historia comienza un poco lenta, se avance en el ritmo de lectura al tiempo que pasan las páginas.
El día que el océano te mire a los ojos está escrito bajo un hilo temporal lineal, aunque hay algunos flashbacks a lo largo de la historia para contextualizar acerca de la vida de Aurora. La trama es, realmente, muy sencilla y bastante ingenua, lo que no quita que tenga sus momentos reflexivos… así como que haya algunos errores: el que los personajes sean todos perfectos es uno de ellos. El desarrollo de la historia de amor, que prácticamente nace de las piedras, es otro. Que no se mencione en ningún momento el nombre de la enfermedad de Aurora es algo muy frustrante, ya que, por la escasa descripción de la misma, parece que Paola Calasanz se la ha sacado de la manga. Y, finalmente, el activismo zero waste y vegano es demasiado forzado, casi metido con calzador: podría haberse introducido de forma más sutil. Sin embargo, siendo generoso, aunque serían cosas a tener en cuenta para mejorar en próximas entregas, podrían pasarse por alto. Ahora, el verdadero problema llega al final. En el final, brusco y cogido casi con pinzas, la autora resta todo mérito literario al libro y lo convierte en algo muy común.

Da la sensación de que la escritora, habiéndose comprometido a matar a la protagonista ya que es algo que la historia pedía desde el principio, tras meses escribiendo le cogió demasiado cariño y fue incapaz de hacer algo que elevaba la historia a otro nivel, dejarla morir. No, Paola continuó la historia cuando en el antepenúltimo capítulo se podría haber conducido la muerte de Aurora, junto a su sueño que esta tiene con su madre, de un modo magistral. Parece un acto exclusivamente llevado a cabo para contentar a los lectores, y ahí recae la problemática. El problema de no haber mantenido la desgracia es que resta la visibilización que daba la historia a que, por desgracia, hay veces que da igual cuantas ganas se tenga de vivir, la gente muere y deja atrás a seres queridos que quedarán destrozados por ello. Además, el modo en que evita esa muerte, prácticamente con un «pues en realidad todo ha sido una equivocación, ¡realmente no está enferma! ¡Sorpresa!» supone un giro absurdo, muy cliché y estereotípico que rompe el ritmo de la historia, más que adecuado hasta el momento. Y el capítulo escrito desde el punto de vista de Mark directamente sobraba.

Precisamente ese final es algo que va a gustar a muchísima gente ya que supone una redención, casi mágica, de algo que se llevaba gestando desde el inicio de la historia, pero es un acto cobarde, muy pobre y demasiado cliché, lo que le resta muchísimo valor a la narración, que llevaba el tema con mucha dignidad… al menos hasta ese momento.
A pesar de estos fallos, no es una novela tóxica. El día que el océano te mire a los ojos presenta una historia delicada, y es ameno. El libro no tiene mucho más. Es muy entretenido y se lee a toda velocidad a pesar de los fallos que tiene.

En resumen, El día que el océano te mire a los ojos es una novela entretenida y mona, sencilla, con unas reflexiones bien llevadas y una historia bastante simpática, aunque irreal, pero que pierde toda su fuerza por el final, decepcionante, abrupto y cliché. Es, sin más, un libro de verano.