¡Hola a todos!
Esta semana os quiero hablar de un escritor y una trilogía que encontré gracias al máster de este año. Este autor es Arturo Barea. Esta no va a ser una reseña al uso, ya que creo que el mejor modo de hablar de la obra pasa por relatar la vida del autor, pero aun así voy a englobarla en esa categoría.
Allá va.
Arturo Barea
Nº de páginas: 1216 (trilogía completa).
Precio: 23.70 €
Editorial: DeBolsillo
Autobiografía
«Escribir era para mí parte de la lucha, parte de nuestra guerra contra la vida y la muerte, y no solo una expresión de mí mismo».
SINOPSIS OFICIAL
Una autobiografía novelada en tres partes que ha sido reconocida universalmente como uno de los testimonios más estremecedores que se hayan escrito sobre la Guerra Civil española y sus antecedentes inmediatos.
Exiliado en Inglaterra desde 1938, Arturo Barea se dedicó plenamente a la literatura y al periodismo y fue "en la paz del country" donde terminó la que sería su obra magna, La forja de un rebelde, una trilogía que figura entre las obras maestras de la literatura universal. La primera parte, La forja, apareció el 12 de junio de 1941. En ella, Barea narra su infancia y primera juventud en el Madrid de principios de siglo. Después del gran éxito de La forja, el 9 de julio de 1943, llegó a las librerías inglesas la segunda parte, titulada La ruta, en la que Barea cuenta sus primeros escarceos literarios y, sobre todo, sus experiencias en la guerra de Marruecos. Con la publicación de La llama el 22 de febrero de 1946, la editorial inglesa Faber & Faber concluía la edición de la trilogía La forja de un rebelde. Este último libro afirmó el éxito de la empresa al vender cerca de 6.000 ejemplares en sólo seis meses. La razón fue que Barea, en el relato de su vida, había alcanzado, descrito, sufrido y llorado el 18 de julio de 1936 y los años terribles que le siguieron, hasta su exilio en 1938.
MI OPINIÓN
El 20 de septiembre de 1897, en Badajoz, nació Arturo Barea Orgazón. De familia pobre, su padre murió muy pronto, y él, con su madre y sus hermanos, se trasladó a Madrid, a un barrio de chabolas en Lavapiés donde, debido a su situación socioeconómica, su madre tuvo que trabajar como lavandera en el Manzanares. A pesar de todo, Barea tuvo suerte: gracias a la generosidad de su tío, un hombre adinerado, pudo recibir una —en su momento cara— educación en las Escuelas Pías de San Fernando y vivir con él y su mujer la mayor parte del tiempo.
Sin embargo, al cumplir los trece años y con la muerte de su protector, el joven Arturo se vio obligado a abandonar los estudios y buscar empleo en los lugares más dispares para conseguir ganarse la vida de algún modo. Así, y entre otros empleos, trabajó de aprendiz en un comercio y más adelante en un banco. En 1920 fue llamado a filas y participó como soldado en la guerra de Marruecos, y a su vuelta, en 1924, se casó con Aurelia Grimaldos, con quien tuvo cuatro hijos (aunque posteriormente en la Guerra Civil española el matrimonio acabó separándose). Con la llegada de la II República española, Barea se incorporó a la vida sindical afiliándose y militando en UGT.
Durante la Guerra Civil española Arturo apoyó al bando republicano colaborando con diversas misiones de objetivo cultural y propagandístico, enseñando a los milicianos técnicas de combate… acabó trabajando para el Ministerio del Estado en la Oficina de Censura de Corresponsales Extranjeros en Telefónica, en la Gran Vía madrileña controlando las comunicaciones de los corresponsales extranjeros: corría el año 1936 y la guerra llegaba. Barea vivió en primera persona el asedio de Madrid, los bombardeos y muertes, las inspecciones, la destrucción, el miedo. Fue allí, como censor, donde conoció a la periodista austríaca Ilse Kulcsar, con quien inició una aventura y con quien, en 1938, se casó: esta se convertiría, además de en su compañera sentimental, en la principal traductora al inglés de sus libros
Antes de que la guerra acabase, Ilse y Arturo tuvieron que exiliarse a Francia y, cuando la contienda española acabó, a Inglaterra, donde apenas seis o siete años después de la experiencia bélica española escribió la que se considera su trilogía más importante: La forja de un rebelde (1941-1944). Todos los libros de Barea (con la excepción de unos veinte relatos acerca de la Guerra Civil española) fueron publicados primero en su versión inglesa y más tarde en castellano. Arturo murió en Faringdon (Oxford) en 1957, después de 18 años de exilio.
Es en La forja de un rebelde, dividida en tres volúmenes [La Forja (donde narra su niñez y adolescencia), La ruta (en la que relata su experiencia militar en la guerra de Marruecos… con algunas anécdotas del, por aquel entonces, comandante Francisco Franco) y La llama (en la que cuenta la experiencia de la Guerra Civil)], donde Barea, con un lenguaje algo tosco pero efectivo y lleno de emoción y tensión narrativa hilvana varios años de historia a través de un personaje, él mismo, y un relato autobiográfico. A pesar de que podría haber dado como resultado una lectura algo confusa debido a todos esos años plasmados en papel, la división en tres volúmenes ayuda con la contextualización histórica y hace más sencillo seguir el hilo: una de las cosas más llamativas de esta obra es que no es necesario leer los libros de forma seguida, ya que se comprenden perfectamente por separado, lo que puede llamar la atención si uno está más interesado en una de las partes de la trilogía que en la otra.
Obra recomendable donde las haya, La llama es el volumen que más interesante puede resultar no solo por su calidad narrativa, que es excelente, sino por su testimonio y su valor histórico. En este libro Barea comienza situando al lector en plena República española, a finales del Bienio Negro y en las proximidades de unas elecciones parlamentarias que ganaría el Frente Popular en febrero de 1936. Así, muestra la tensión y el descontento en el campo y la ciudad antes del levantamiento en armas del ejército ultraconservador y el cómo nuestra guerra sirvió como «experimento» por parte de los países fascistas, y lentamente desgrana al lector los sucesos de la guerra de tres años que asoló el país y de la que fue testigo: la caída de las ciudades, la muerte de los compañeros, el horror, el miedo, la desconfianza.
Toda la obra rebosa emoción, nostalgia y evoca perfectamente los sentimientos que el autor tuvo en su momento, sobre todo en el último volumen, que provoca en el lector el mismo miedo, tensión y esperanza que sintieron los madrileños en plena guerra, y la pluma del autor, sencilla, acompaña perfectamente a la historia que cuenta haciéndola todavía más fluida y atractiva. La forja de un rebelde es, en definitiva, una crónica de España, no solo una historia de vida.
Esta semana os quiero hablar de un escritor y una trilogía que encontré gracias al máster de este año. Este autor es Arturo Barea. Esta no va a ser una reseña al uso, ya que creo que el mejor modo de hablar de la obra pasa por relatar la vida del autor, pero aun así voy a englobarla en esa categoría.
Allá va.
Arturo Barea
Nº de páginas: 1216 (trilogía completa).
Precio: 23.70 €
Editorial: DeBolsillo
Autobiografía
«Escribir era para mí parte de la lucha, parte de nuestra guerra contra la vida y la muerte, y no solo una expresión de mí mismo».
SINOPSIS OFICIAL
Una autobiografía novelada en tres partes que ha sido reconocida universalmente como uno de los testimonios más estremecedores que se hayan escrito sobre la Guerra Civil española y sus antecedentes inmediatos.
Exiliado en Inglaterra desde 1938, Arturo Barea se dedicó plenamente a la literatura y al periodismo y fue "en la paz del country" donde terminó la que sería su obra magna, La forja de un rebelde, una trilogía que figura entre las obras maestras de la literatura universal. La primera parte, La forja, apareció el 12 de junio de 1941. En ella, Barea narra su infancia y primera juventud en el Madrid de principios de siglo. Después del gran éxito de La forja, el 9 de julio de 1943, llegó a las librerías inglesas la segunda parte, titulada La ruta, en la que Barea cuenta sus primeros escarceos literarios y, sobre todo, sus experiencias en la guerra de Marruecos. Con la publicación de La llama el 22 de febrero de 1946, la editorial inglesa Faber & Faber concluía la edición de la trilogía La forja de un rebelde. Este último libro afirmó el éxito de la empresa al vender cerca de 6.000 ejemplares en sólo seis meses. La razón fue que Barea, en el relato de su vida, había alcanzado, descrito, sufrido y llorado el 18 de julio de 1936 y los años terribles que le siguieron, hasta su exilio en 1938.
MI OPINIÓN
El 20 de septiembre de 1897, en Badajoz, nació Arturo Barea Orgazón. De familia pobre, su padre murió muy pronto, y él, con su madre y sus hermanos, se trasladó a Madrid, a un barrio de chabolas en Lavapiés donde, debido a su situación socioeconómica, su madre tuvo que trabajar como lavandera en el Manzanares. A pesar de todo, Barea tuvo suerte: gracias a la generosidad de su tío, un hombre adinerado, pudo recibir una —en su momento cara— educación en las Escuelas Pías de San Fernando y vivir con él y su mujer la mayor parte del tiempo.
Sin embargo, al cumplir los trece años y con la muerte de su protector, el joven Arturo se vio obligado a abandonar los estudios y buscar empleo en los lugares más dispares para conseguir ganarse la vida de algún modo. Así, y entre otros empleos, trabajó de aprendiz en un comercio y más adelante en un banco. En 1920 fue llamado a filas y participó como soldado en la guerra de Marruecos, y a su vuelta, en 1924, se casó con Aurelia Grimaldos, con quien tuvo cuatro hijos (aunque posteriormente en la Guerra Civil española el matrimonio acabó separándose). Con la llegada de la II República española, Barea se incorporó a la vida sindical afiliándose y militando en UGT.
Durante la Guerra Civil española Arturo apoyó al bando republicano colaborando con diversas misiones de objetivo cultural y propagandístico, enseñando a los milicianos técnicas de combate… acabó trabajando para el Ministerio del Estado en la Oficina de Censura de Corresponsales Extranjeros en Telefónica, en la Gran Vía madrileña controlando las comunicaciones de los corresponsales extranjeros: corría el año 1936 y la guerra llegaba. Barea vivió en primera persona el asedio de Madrid, los bombardeos y muertes, las inspecciones, la destrucción, el miedo. Fue allí, como censor, donde conoció a la periodista austríaca Ilse Kulcsar, con quien inició una aventura y con quien, en 1938, se casó: esta se convertiría, además de en su compañera sentimental, en la principal traductora al inglés de sus libros
Antes de que la guerra acabase, Ilse y Arturo tuvieron que exiliarse a Francia y, cuando la contienda española acabó, a Inglaterra, donde apenas seis o siete años después de la experiencia bélica española escribió la que se considera su trilogía más importante: La forja de un rebelde (1941-1944). Todos los libros de Barea (con la excepción de unos veinte relatos acerca de la Guerra Civil española) fueron publicados primero en su versión inglesa y más tarde en castellano. Arturo murió en Faringdon (Oxford) en 1957, después de 18 años de exilio.
Es en La forja de un rebelde, dividida en tres volúmenes [La Forja (donde narra su niñez y adolescencia), La ruta (en la que relata su experiencia militar en la guerra de Marruecos… con algunas anécdotas del, por aquel entonces, comandante Francisco Franco) y La llama (en la que cuenta la experiencia de la Guerra Civil)], donde Barea, con un lenguaje algo tosco pero efectivo y lleno de emoción y tensión narrativa hilvana varios años de historia a través de un personaje, él mismo, y un relato autobiográfico. A pesar de que podría haber dado como resultado una lectura algo confusa debido a todos esos años plasmados en papel, la división en tres volúmenes ayuda con la contextualización histórica y hace más sencillo seguir el hilo: una de las cosas más llamativas de esta obra es que no es necesario leer los libros de forma seguida, ya que se comprenden perfectamente por separado, lo que puede llamar la atención si uno está más interesado en una de las partes de la trilogía que en la otra.
Obra recomendable donde las haya, La llama es el volumen que más interesante puede resultar no solo por su calidad narrativa, que es excelente, sino por su testimonio y su valor histórico. En este libro Barea comienza situando al lector en plena República española, a finales del Bienio Negro y en las proximidades de unas elecciones parlamentarias que ganaría el Frente Popular en febrero de 1936. Así, muestra la tensión y el descontento en el campo y la ciudad antes del levantamiento en armas del ejército ultraconservador y el cómo nuestra guerra sirvió como «experimento» por parte de los países fascistas, y lentamente desgrana al lector los sucesos de la guerra de tres años que asoló el país y de la que fue testigo: la caída de las ciudades, la muerte de los compañeros, el horror, el miedo, la desconfianza.
Toda la obra rebosa emoción, nostalgia y evoca perfectamente los sentimientos que el autor tuvo en su momento, sobre todo en el último volumen, que provoca en el lector el mismo miedo, tensión y esperanza que sintieron los madrileños en plena guerra, y la pluma del autor, sencilla, acompaña perfectamente a la historia que cuenta haciéndola todavía más fluida y atractiva. La forja de un rebelde es, en definitiva, una crónica de España, no solo una historia de vida.
Aviso: esta entrada (aunque ligeramente diferente a como está aquí) la publiqué primero en el blog Acero de Madrid debido a la actividad de márketing de la publicación del libro del mismo nombre para el máster.
¡Hola!
ResponderEliminarPor el momento busco lecturas más ligeras, quizás en un futuro sí me atreva a leerlo 💙
¡Un saludo!
Gracias por descubrirnos a este autor al que yo particularmente no conocía. Me llama la atención y siento curiosidad por saber más ya que he leído más bien poco ambientados en la Guerra civil española, creo que me podría gustar así que lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Muy, muy interesante lo que cuentas pero una lectura tan intensa tiene que encontrar su momento justo.
ResponderEliminar¡Un abrazo!