Fragmento anterior: El reencuentro.
Cuando Spock oyó la voz de su dragona llamándolo no dudó en
correr en su dirección, esquivando cadáveres, enemigos y aliados por igual sin
dejar de llamarla, demasiado concentrado en llegar a su montura y comprobar que
se encontraba sana y salva. Tan contento por verla, Spock no se percató de que
la dragona se acercaba a él a la carrera sin disminuir la velocidad de sus
pasos por lo que pronto se encontró bajo ella maldiciendo al verse aplastado
por su peso.
-¡Maldita sea, Lúa!
La dragona, por toda contestación, le sacó la lengua y frotó
su cabeza con la suya, haciendo que la mente de Spock asemejara de forma
bizarra aquella situación en la que ambos se reencontraban rodeados de aquella
masacre con su primer encuentro cuando él se había resignado a no tener dragón
y se había encaminado hacia donde esperaba su madre y una joven dragona roja
había caído encima de él y le sacaba la lengua alegremente.
Spock se retorció bajo ella intentando salir. Reencontrarse
con su montura y que esta estuviera viva era fantástico, pero no podían olvidar
que se encontraban en mitad de una batalla y no podían descuidarse si no
querían terminar los dos muertos esta vez.
-Lúa, levanta, tenemos que...- comenzó diciendo Spock, pero
quedó mudo al fijarse en los ojos de su montura. La habían cegado-. ¿Lúa?-
preguntó dudoso, antes de que su mente trabajara rápidamente-. Vamos, Lúa,
tenemos que volver detrás de la línea de batalla.
***
-¿Volver tras la línea de batalla?- repitió la dragona
mientras dejaba que el elfo se pusiera en pie. –Ah, no, ni hablar. Estoy a
punto de cargarme al centauro que ordenó tu muerte, ese maldito pony me las pagará. Ni de guasa me muevo de
aquí. Además, lo que sea que me han echado se está yendo, Spock. Ya veo formas
y colores- Lúa exageró un poco la realidad al tiempo que parpadeaba
furiosamente. Era cierto que ahora veía algo, pero ni de lejos podía todavía
manejarse por la vista.
La dragona comenzó a andar de nuevo hacia el último sitio
donde había olido al centauro, zigzagueando rápidamente evitando los ataques y
cubriendo al elfo con su cuerpo de modo inconsciente. –No puedo irme ahora- le
explicó con la voz ronca por el fuego y la tensión. –No cuando estoy tan cerca.
La visión de Lúa se había aclarado lo suficiente como para
que esta pudiera evitar los escollos más visibles y pronto retomó el rastro por
lo que, silenciando a Spock sin hacer caso de lo que él le dijera, avanzó más y
más rápido, hasta que supo que Astracán andaba cerca. En ese momento la
dragona, tras hacer prometer al elfo que se mantendría apartado, se lanzó al
ataque sin hacer uso de sus alas, confiando en sorprenderle por tierra. Con lo
que no había contado era con las dríadas.
Antes de poderse dar cuenta las enredaderas que una de ellas
convocó antes de morir comenzaron a crecer aprisionando sus patas, enroscándose
tan rápido que ni siquiera ella pudo destrozarlas y atrapándola en una cárcel
verde y marrón. Lúa se retorció incapaz de abandonar su objetivo pero también
incapaz de alcanzarle: estaba cerca del centauro pero no lo suficiente. A pesar
de todo no cejó en su empeño: se estiró en todo lo posible y lanzó dos fuertes llamaradas que no le
alcanzaron por poco.
***
Spock miró a su montura con aprensión. Lúa, cabezota como
ella sola, no parecía por la labor de retirarse para limpiar su ceguera, sino
que se había empecinado en buscar a ese centauro del que hablaba. Spock soltó
un quejido de molestia antes de cargar de nuevo su arco y seguirla.
-Está bien, te sigo, como siempre, pero luego tenemos que
hablar. Tienes que contarme qué ha pasado- le pidió Spock, refiriéndose tanto a
la batalla como a los momentos después de su muerte.
Manteniéndose cerca de la dragona, Spock siguió luchando y
abriéndose paso entre los enemigos sin descanso, pero resultaba difícil
seguirle el paso a la dragona, por lo que pronto se vio imposibilitado al verse
interceptado por una dríada a la que le lanzó un certero flechazo somnífero,
pero para cuando se había desecho de ella Lúa ya se encontraba bastante lejos y
había un suculento premio frente a él. El arcángel blanco. ¿Cuán ventajoso
podría ser atraparlo y arrastrarlo tras la línea de batalla? Sin pensarlo dos
veces el elfo se encaminó hacia él con su cepo preparado, ignorando el fulgor
de la batalla y los gritos de Lúa. Si lo conseguía, si era capaz de llevarlo
ante Cuervo, quizá entonces la guerra podría tomar un rumbo diferente.
Concentrado como estaba en su misión autoimpuesta no fue
consciente de cómo la sabia de las dríadas había lanzado un ataque contra él y
solo pudo ser consciente de cómo el arcángel blanco caía en su trampa antes de
que el sueño le venciera.
***
La dragona maldijo dentro de su prisión vegetal, sabiéndose
derrotada por el momento y volviendo a acurrucarse, mirando el campo de
batalla. Había dejado el cuerpo de Alassë con algunos ángeles, confiando en que
el arcángel pudiera resucitarla, pero quería saber cómo estaban los demás. Lúa
quedó horrorizada: las bajas en la Alianza Blanca eran grandes, pero también lo
eran en la suya. De los seres que conocía personalmente dos dragonas habían
caído bajo el influjo del sueño, dos de las elfas estaban atrapadas… y al sabio
de los dragones no se le veía por ninguna parte. Lúa se revolvió más fuerte
para tratar de encontrarle con la mirada, pero no pudo. En cambio la dragona
divisó a su elfo, Spock, y verle dirigirse sin miedo hacia el arcángel blanco.
-¡Spock!- gritó ella, aterrada. -¡Spock, protégete! ¡No te
arriesgues!
“¿¡Qué hace!? ¡Si lo vuelven a matar me volveré loca!” pensó
fuera de sí revolviéndose más y más fuerte. Rompió parte de las enredaderas,
pero no fue capaz de librarse del todo.
Con los ojos abiertos por el miedo le siguió, viendo con el
corazón dividido entre el orgullo y el terror cómo él atrapaba al arcángel
blanco antes de caer dormido al suelo. Lúa cerró los ojos sabiéndose por ahora
incapaz de ayudarle, y en ese momento pudo escuchar la voz del sabio de los
centauros, quien no debía de haberse percatado de su presencia. Éste estaba
celebrando jactanciosamente con otros cuantos de su raza por, según sus
palabras, haber arponeado a Vlad… pero su voz no correspondía con la del
recuerdo de Lúa. La dragona se encogió todavía más, confusa, mirando cómo se
alejaba de allí y tratando de afinar más el oído. No podía ser. Esa voz no
tenía nada que ver con la que había oído en el bosque… Si fuera posible habría
jurado que ese tono de voz pertenecía a una persona completamente distinta al
centauro que escuchó cuando cargaba con el cadáver de Spock y espió la conversación que sostenía con el fénix...
¿Qué era lo que estaba pasando?
*POST ESCRITO JUNTO A MARINA-MUFFIE, QUIEN HA MANEJADO LA VERSIÓN DE SPOCK ABRAZARBOLES, SU PERSONAJE, EN ESTE FRAGMENTO*.
¡Holaaaaa!
ResponderEliminarAl fin ha salido mi personaje jajaja
Qué cabezona Lúa, pero es normal ^^
Y el final ha sido lo mejor :D deja ahí la intriga para el siguiente ^^
¡Un besazooooo!